EVANGELIO

 

 

 

San Lucas 17, 11-19

 

Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros». Al verlos, les dijo: «ld a presentaros a los sacerdotes». Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias. Este era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo:«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?». Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado».

 

COMENTARIO

 

DOMINGO 28 Tiempo Ordinario,  C

12 octubre 2025

 

Este domingo, que coincide con la fiesta del Pilar, permite hacer la experiencia de sentirse convocado por la Santísima Virgen, para hacer la memoria del Señor Resucitado. Se trata de aquello que se lee en la segunda lectura de hoy: “Acuérdate de Jesucristo Resucitado de entre los muertos”. Este es también el anuncio que se realiza en cada Eucaristía celebrada en la memoria del Señor: “Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección…”

 

Con la Santísima Virgen, se anuncia este pasaje del Santo Evangelio según San Lucas, que permite una doble lectura: humana y creyente.

 

Vayamos con la lectura humana. En el texto se descubren tres experiencias propias de ser humano.

 

La primera, es la del dolor, el sufrimiento, el desconcierto y el hallarse en una situación sin remedio. Eso lo que viven los diez leprosos, que padecen una enfermedad incurable y que les mantiene marginados y apartados de la convivencia. Solo los seres humanos son capaces de sufrir. Es cierto que todos los seres vivos sienten dolor, pero sufrir es otra cosa distinta que, además, demanda atención y cuidados. Esa es la solicitud que piden los leprosos y, como ellos, todos los marginados y rechazados.

 

La pregunta que formula Jesús al leproso que llega ante él, parece reclamar la siguiente respuesta: “¿Dónde van a estar? En el Templo, ante los sacerdotes, donde tú les has mandado, para cumplir con la Ley”. Sin embargo, el curado que está ante Jesús se ha sentido lo suficientemente responsable y libre como para incumplir la orden recibida y no acatar las exigencias legales. Se trata, de nuevo, de una realidad exclusivamente humana.

 

En tercer lugar, el leproso sanado manifiesta su agradecimiento. Es algo que, igualmente, solo viven los seres humanos, capaces de la gratitud y de la gratuidad.

 

Además de esta lectura, también procede una triple cristiana. Así, las situaciones extremas y sin salida hacen acudir a Dios, que, como dice la Escritura, es compasivo y misericordioso. Por eso, los leprosos piden: “Ten compasión de nosotros”. En consecuencia, solo Dios escucha siempre los gritos de quienes gritan sufriendo el dolor, la pobreza, la violencia, cualquier mal, el pecado y la muerte.

 

Los cristianos, responsables de la realidad social, no dejan de cumplir con las leyes. Pero también han de exigir el derecho a la objeción de conciencia, porque “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch 5, 29) y “Solo al Señor Dios hay que adorar” (cf Mt 4, 10). Este es un tema que sigue de enorme actualidad.

 

Finalmente, el leproso sanado que se postra ante Jesús escucha sus palabras que le invitan a levantarse. Es lo mismo que el Señor dice a aquella mujer que estuvo a punto de ser lapidada y que escuchó cómo el Maestro le decía. “Yo tampoco te condeno, anda y no peques más” (Jn 8, 11). Del mismo modo, Lázaro, sepultado y vendado, salió del sepulcro ante la llamada de su amigo: “Lázaro, sal fuera” (Jn 11, 43).

 

F. Tejerizo, CSsR

 

 

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