EVANGELIO
San Lucas 3, 15-16.21-22
En aquel tiempo, como el pueblo estaba expectante y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos: “Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”. Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajo el Espíritu Santo sobre Él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo, el amado, en ti me complazco”.
COMENTARIO
FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR, C
12 enero 2025
La celebración del Bautismo del Señor culmina las celebraciones de la Navidad y es una buena ocasión para dar gracias a Dios por el Bautismo que se recibió, por quienes llevaron a bautizar, por los ministros que bautizaron y por la eficacia del sacramento recibido.
Este domingo formula una pregunta evangelizadora. Después de todo lo vivido en la Navidad, ¿te quieres bautizar? En efecto, la celebración navideña no es solo un recuerdo emotivo, sino también un anuncio del Misterio de la Encarnación. Por consiguiente, visto el Portal, escuchado el Anuncio a los Pastores, la Adoración de los Magos, la persecución criminal del Herodes, ¿quieres ser cristiano? La dificultad en responder a ese interrogante se deriva de haber asistido a una navidad solo de fiesta de fin de año, comidas familiares o de amigos, muñecos vestidos de rojo, gastos y regalos…
El Bautismo de Jesús supone un momento definitivo en su vida, que señala un antes y un después. Eso también ocurre con el Sacramento del Bautismo, que supone una vida nueva en cada bautizado. El Don del Espíritu Santo que se comunica afecta decisivamente al interior de quien se bautiza. No se trata, pues, de un signo o un baño externo, sino de una realidad que, respetuosa con la libertad humana, afecta al ser personal e inicia un proceso gradual de vida cristiana y santidad.
En la situación post-cristiana de Europa el despliegue del Bautismo se encuentra la dificultad de un contexto que lo interpreta como algo irrelevante o lo reduce a una simple costumbre social heredada. Pero, además, su impulso hacia el crecimiento y maduración se contrarresta con una realidad donde se retrasa la madurez, existe mucha fragilidad y existe una gran dificultad para tomar decisiones.
El reciente Sínodo sobre la Sinodalidad ha recordado sobre el Santo Bautismo tres aspectos muy importantes:
a) La Gracia del Espíritu Santo, otorgado en el Bautismo es origen de la vida cristiana, incorpora a Jesucristo y, en consecuencia, convierte en Hijos de Dios en su Único Hijo Jesucristo. Así, formando una sola realidad en Cristo, se camina por la vida con otros bautizados, que participan del mismo Espíritu y son hermanos.
b) El Bautismo hace participar de la Misión profética de Cristo. Dicha misión cuenta con la asistencia del Espíritu Santo, que otorga la intuición para conocer la verdad del Evangelio y la capacidad intuitiva para aceptar la Divina Revelación. Esta cualidad asiste a todos los bautizados y no es sólo una opinión mayoritaria.
c) El Bautismo es fundamento del Ecumenismo. Un solo Bautismo y una sola Fe une a todos los cristianos por encima de diferencias. Urge, pues, el intento de la mutua reconciliación y purificación de la memoria histórica. Pero, además, existe una realidad de comunión muy importante y es la que se deriva de los Mártires de Cristo que tienen las diversas iglesias.
F. Tejerizo, CSsR
San Mateo 2, 1-11
Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo». Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel"». Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: «ld y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo». Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.
SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR
6 enero 2025
El precioso relato de la Adoración de los Magos fue escrito por el autor del Evangelio según San Mateo, para hacer frente a la situación que vivía su comunidad cristiana. En ella, había un buen número de cristianos procedentes del judaísmo, que se encontraban sorprendidos por el número de aquellos que se bautizaban y procedían del mundo pagano. El apóstol y evangelista usa símbolos del Antiguo Testamento, que conocían bien los procedentes del judaísmo. A ellos, les dice que también los paganos, después de realizar una búsqueda detallada y un camino complicado, se postran y adoran el Rey de los Judíos. A ese Niño, que años después será rechazado y crucificado por su pueblo precisamente por ser Rey de los Judíos.
Mateo está preocupado por el contenido que desea transmitir y elabora este relato para ello. El evangelista no tiene ningún interés histórico. Es más, todo lo contrario. Su relato está al servicio del contenido, no de una situación concreta. Eso contrasta con nuestra mentalidad, que estuvo muy preocupada por la verdad histórica. Hoy eso está cambiando y no se valora ni el contenido ni la realidad histórica, sino aquello que se puede interpretar, adaptar o manipular de la historia.
Este pasaje, escrito por un buen evangelizador, sirve para plantear un interrogante: ¿quién es tu rey? Cuando esa pregunta se resuelve con el reconocimiento de Jesús como el Mesías, el Salvador y el Señor, entonces brota la adoración.
En consecuencia, el texto parece transmitir los siguientes contenidos:
a) La confesión de fe en Jesús, lleva a su adoración. En efecto, Él es Dios hecho hombre, ante el cual se dobla toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el abismo y toda lengua proclama que Jesucristo es Señor, para gloria del Dios Padre (cf Flp 2, 10-11).
b) La manifestación de Jesús, el darlo a conocer y anunciarlo como el Salvador es algo que surge del encuentro con Él. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (cf 1 Tm 2, 4). Por tanto, los gentiles, los alejados, los marginados, los inmigrantes, los que sufren… son los primeros destinatarios de la Navidad y del Misterio del Enmanuel, que quiso identificarse precisamente con todos ellos.
c) El crecimiento y maduración en la fe, es un proceso evolutivo y gradual, que ilumina y se adapta a las diversas etapas de la evolución personal. Ese recorrido hace que se pase la mitad de la vida aprendiendo a decir yo, para ocupar la otra mitad siendo capaces de decir tú. El punto álgido de ese camino se sitúa en la adolescencia donde el niño distanciándose de sus padres se autoafirma. El paso siguiente será la superación de ese egoísmo, para aprender a decir tú y comenzar a ocuparse de los otros con quienes se comparte la vida. Jesús, precisamente, enseñó a preocuparse por los demás, a ponerse a sus pies para lavarlos y a amarlos hasta dar la vida por los amigos. Quien permanece en el yo es como un Herodes, incapaz de aceptar ningún tú y, naturalmente tampoco al Tú único y absoluto. Hoy acaso estemos en un momento de acentuada adolescencia donde se exalta y adora al propio yo con mucha facilidad, para prescindir o ignorar a los otros y, también al Otro, con mayúscula, que es el único que merece toda adoración y la ofrenda de aquello que es propio de Dios.
F. Tejerizo, CSsR
San Lucas 2, 16-21
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacía Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto; conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADE DE DIOS
Octava de la Pascua de la Navidad del Señor
1 enero 2025
A los ocho días, pusieron al niño el nombre de Jesús. El día octavo es el día incontable y que excede y supera el modo humano de contar el tiempo. El día octavo, como el tercero, es el día nuevo, el día eterno, el día en que actúa el Señor. Así, Dios es el creador del tiempo y, por consiguiente, el único que no tiene tiempo. La Encarnación de Jesús hace que Dios se introduzca en el tiempo y, por tanto, en la historia humana. De ese modo, la abre a la eternidad.
Mientras se desarrolla el curso temporal de cada vida y de la vida de la humanidad hay que hacer frente al desafío de nombrar aquello que se presenta. Del mismo modo que María y José nombraron a Jesús, cada uno ha de nominarse y denominar la realidad que vive. Igualmente, la situación de la Iglesia y de las circunstancias sociales, políticas, económicas… Es un desafío inevitable y necesario; no fácil de abordar y que los cristianos han de afrontar a la luz de la fe. En este sentido conviene señalar que el mismo misterio que hoy se celebra supuso un serio esfuerzo para la Iglesia. Llamar a Santa María como Madre de Dios necesitó de discusión y estudio hasta que el Concilio de Éfeso en el año 431 formuló que “No nació primeramente un hombre vulgar de la Santa Virgen, y luego descendió sobre Él el Verbo; sino que, unido desde el seno materno, se dice que se sometió a nacimiento carnal, como quien hace suyo el nacimiento de la propia carne… De esta manera (lo Santos Padres) no tuvieron inconveniente en llamar Madre de Dios a la santa Virgen” (Dz 111a).
Por otro lado, en el contexto actual, también urge dar nombre a Dios, de modo que no sea reducido ni limitado por ideologías, manipulaciones intencionadas, nostalgias desfasadas o fanatismos. Al mismo tiempo, cada cual ha de decirse qué relación mantiene con el Señor y el espacio y protagonismo que ocupa en su vida.
Afrontar ese proceso cuenta con la referencia de la Santa Madre de Dios, que medita en su corazón. Como ha escrito el Papa Francisco en su encíclica Dilexis Nos (cf DN 19), ese meditar de María en su corazón no consiste solo en considerar la escena vivida, sino unificar en su interior aquello que se vive, con las ideas y los sentimientos.
En la misma encíclica, el Papa urge a construir desde el corazón. Seguro que es una buena propuesta para el año que comienza. En realidad, el corazón es mucho más que el órgano físico, porque tiene una enorme fuerza simbólica. Además de ser motivo de preocupación y salud y de verse rebajado por las publicaciones y programas “del corazón”, es el lugar donde se colocan el amor y los sentimientos. Es el ámbito donde se toman las decisiones importantes, reside la sinceridad y cada uno puede identificarse. Así, es el interior personal donde uno se encuentra consigo mismo y puede facilitar en encuentro con los otros: con otros corazones.
Construir desde el corazón, como afirma el Papa, reclama superar la hojarasca de las apariencias y la liquidez que afecta a la realidad actual para ganar en solidez y consistencia. Seguro que es una buena orientación para iluminar el año que empieza.
F. Tejerizo, CSsR
San Lucas 2, 41-52
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que se enteraran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura, y en gracia ante Dios y ante los hombres.
FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA
En Domingo dentro de la Octava de Navidad, C
29 diciembre 2024
“Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura, y en gracia ante Dios y ante los hombres”. Este es el Misterio. El Dios santo y fuerte de Israel asume la condición humana con todas las consecuencias. También, la de crecer y madurar dentro de una familia y de un pueblo. Este precioso pasaje del Evangelio ya presenta a Jesús como adolescente, que inicia una etapa nueva en su vida donde toma distancia de la infancia y se lo hace notar a sus padres. Los tres días en que le buscan recuerdan el tiempo nuevo y perfecto de Dios. Es el día de la actuación de Dios: el de la Resurrección y el de la Nueva Creación. Para María y José que buscan al Niño es también una oportunidad de maduración y crecimiento. Acaso siempre que parece que el Señor no está es la oportunidad de mayor maduración en la fe.
Al servicio del proceso de crecimiento de Jesús están sus padres. Ambos desempeñan una tarea complementaria. María le hace visible la colaboración con Dios en la tarea de dar vida. Esa es la primera tarea de una madre. Su pregunta, respetuosa, le ayuda a ser libre y a decirse responsablemente: “Hijo, ¿por qué nos has tratado así?” No hay reproche ni amenaza, sino reconocimiento de la capacidad de responder de uno mismo. José, por su parte, tiene la función de todo padre: acoger al Hijo que su esposa le entrega y transmitirle la herencia recibida de los mayores. Conforme a la Tradición de Israel, enseña a ser parte de un pueblo que obedece los Mandamientos entregados por Dios a Moisés en el Sinaí. El Evangelista acertadamente ha indicado que Jesús regresó con sus padres y les estaba sujeto.
Este regreso de Jesús a Nazaret permite descubrir el alcance simbólico de la familia. En ella esté presente el Señor como la presencia de Dios acompaña siempre a su pueblo. Y los esposos representan la relación de Dios-esposo con su pueblo-esposa. Eso es el gran Misterio que también enseña San Pablo (cf Ef 5, 25) cuando asegura que el matrimonio cristiano simboliza la relación de Jesucristo y su Iglesia. Él, ha dado su vida por su esposa. Ella, con tantos mártires, sigue dando la vida por Jesucristo.
F. Tejerizo, CSsR
San Lucas 2, 1-14
Sucedió en aquellos días, que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio. Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad. También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada. En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. De repente, un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: “No temáis, os anuncio una buena noticia que será la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”.
SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
En la Noche Santa del 24 al 25 diciembre 2024
Cada Nochebuena estremece y emociona la proclamación de este relato evangélico. Quizá su autor, San Lucas, ha intentado una descripción cercana a los hechos ocurridos, pero puede haber algo más significativo que no ha reflejado. Veamos.
El hecho de la Encarnación del Hijo de Dios y su nacimiento en la Noche de Belén, hace que el mismo Dios comience a sentir humanamente. Eso me permite suponer tres consecuencias.
La primera es que Jesús comienza a ver con sus ojos humanos. Como consecuencia, conoce el rostro de su madre la Santísima Virgen y también el de San José, los pastores y hasta los Magos. Su mirar le permite diferenciar humanamente y personalizar a cada uno. Pero como su mirada, además de humana, también es divina, le permite adentrarse en lo más profundo de quienes se colocan en su presencia. Aquellos que lo están, también se descubren a la luz de la mirada del Señor. Se trata de un mirar que no deja indiferente y que define. Eso es algo que cualquiera de los que celebramos la Nochebuena podemos experimentar: el Señor nos mira, nos conoce, nos diferencia y hace que nos veamos con la luz profunda de sus ojos.
La segunda es que Jesús comienza a escuchar con oídos humanos. Como todo ser humano, comienza el proceso de aprender un lenguaje. Su llanto de niño se calma cuando su Madre le pregunta por qué llora, qué necesita y le pide que no llore más. Al principio no sabe qué significan esas palabras, pero la ternura del modo que su Madre le habla, le capta la atención y le lleva a escuchar. Entonces diferencia a cada uno de quienes le hablan y a cada cual le presta la atención que le reclama. Esa experiencia es también la que tenemos quienes nos acercamos a Jesús. Él escucha, presta atención y antes que las palabras lleguen a los labios, Él ya las conoce por completo. Así, sin caretas ni fingimientos, ante su presencia cada cual se identifica a sí mismo desde su más profunda realidad y se puede expresar ante Él, que atiende aquello que se le dice. Esta es una ocasión extraordinaria para presentar al Señor la petición de aquello que se necesita.
En tercer lugar, el Niño Jesús comienza a experimentar el amor humano de su Madre y de San José. Siente lo que es ser amado y, en consecuencia, cuidado, alimentado, acariciado… Y adorado. Él, que es el amor de los amores, se descubre amado gratuitamente y so lo vivirá hasta las últimas consecuencias y decir aquello de que “No hay amor más grande que el dar la vida por los amigos” (Jn 15, 13).
Cada Navidad brinda esta triple posibilidad y experiencia: sentirse mirados por la tierna mirada de Jesús, ser escuchados desde lo más intimo de cada uno y descubrirse amados por el Señor y apremiados a vivir el amor a Jesucristo.
F. Tejerizo, CSsR
San Lucas 1, 39-45
En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamo: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
DOMINGO 4 Adviento, C
22 diciembre 2024
“No quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo…” (Hb10, 5). La liturgia de la Palabra del cuarto domingo de adviento nos dispone así para la próxima celebración de la Navidad y del Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios en el seno purísimo de la Virgen María. En efecto, Dios que no tenía cuerpo, asume el cuerpo humano en Jesucristo y se identifica con aquellos cuerpos que había creado a su imagen y semejanza. Esa es la paradoja: cuerpo humano, personas humanas, imagen y semejanza divina, se convierten en imagen visible del Dios invisible y creador. Este es un gran misterio, que ocurre con la colaboración y disponibilidad de la Virgen. Ella escuchó del arcángel Gabriel que para Dios nada hay imposible y, en este texto evangélico, Isabel le anuncia: “lo que le ha dicho el Señor se cumplirá”.
Llama la atención el modo en que Isabel ha conocido que le “visita la madre de mi Señor”. ¿Cómo lo supo? Igualmente causa admiración que el Bautista, todavía en el seno de su madre identifique la voz de María: “En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre”.
Acaso San Lucas ha revelado cómo todo es posible. Tanto en Isabel, como en María, actúa la fuerza del Espíritu Santo: “Se llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamo: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!” Se trata del mismo Santo Espíritu de Dios que se nos comunicó en el Bautismo y la Confirmación. Su acción, discreta y respetuosa, capacita para vivir la fe y para formar una sola realidad, un solo cuerpo, unidos a Jesucristo. Así, Jesús es Enmanuel, Dios con nosotros, en cada uno de nosotros y es Enmanuel en la Santa Iglesia.
En efecto, por la acción del Espíritu, el Señor es presencia actual y sacramental en su Iglesia y en la Eucaristía. En consecuencia, comer el Pan de la Eucaristía permite experimentarse “habitados” y santificados por Dios y ser trasformados en cuerpo de Jesucristo. Quien se identificó con la condición humana se “encarna” en cada uno de aquellos comulgan su Cuerpo en la Eucaristía. Este es un gran misterio de nuestra fe. Solo posible, porque para Dios no hay nada imposible y porque Él cumple todas sus promesas. Bienaventurados quienes hemos creído.
F. Tejerizo, CSsR
San Lucas 3, 10-18
En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: «¿Entonces, qué debemos hacer?». Él contestaba: «El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo». Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: «Maestro, ¿qué debemos hacer nosotros?». Él les contestó: «No exijáis más de lo establecido». Unos soldados igualmente le preguntaban: «Y nosotros ¿qué debemos hacer?». Él les contestó: «No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie con falsas denuncias, sino contentaos con la paga». Como el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; en su mano tiene el bieldo para aventar su parva, reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga». Con estas y otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo el Evangelio.
DOMINGO 3 Adviento, C
15 diciembre 2024
La Liturgia de la Palabra de este domingo de la Alegría, hace rezar con palabras del Profeta Isaías. “El Señor es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré”. Así, se invita a identificarse con el autor del Salmo. Se trata pues, de reconocerse a uno mismo como salvado desde que se fue bautizado “con Espíritu Santo y fuego”. Eso lleva a vivir procesualmente con la confianza puesta en Dios, que siempre es fiel y nunca abandona, y tener fuerzas para afrontar todo temor. Caer en la cuenta y aceptar la realidad de la propia salvación lleva a vivirse libre del mal y del pecado y con el horizonte abierto de la esperanza ilimitada en la resurrección y la Vida Eterna. Eso permite ser referente y testigo de la fe cristiana en quienes están cerca. Es lo mismo que hizo el Bautista al preparar en camino del Señor de modo que otros se encuentren con Él y obtengan la alegría de ser salvados. Vernos así, como cristianos en una realidad laicista, puede hacer que se nos pregunte el por las razones de nuestra fe y esperanza.
En este pasaje del Evangelio, el Bautista también es interrogado y responde con sencillez a las tres preguntas que le formulan.
a) A toda la gente le responde que sean ellos mismos, sin caer en cosas innecesarias, artificiales o para aparentar. En efecto, si tienes dos túnicas, ¿para qué quieres la que te sobra?
b) A los publicanos se pide que no exijan más de cuenta, que eviten la rigidez y el rigorismo. Se trata de desarrollar una convivencia donde sea posible la vida, la mutua colaboración y la complementariedad.
c) A los soldados les propone no aprovecharse ni de su profesión, ni de su autoridad, ni de su fuerza.
El Bautista sabe reconocer las etapas de su vida. Sabe que culmina la suya y que en favor de otros conviene que él disminuya en su protagonismo, para dejar paso al Señor. Este también es un reto para el Adviento de este año. Es una etapa nueva para cada cual y el desafío consiste en mostrar al Señor, saber apartarse para que Él pueda tocar otros corazones y hacerles sentir la Gracia de su Santo Espíritu, para que en toda angustia y tribulación puedan confiar en Dios y superar toda clase de temor.
F. Tejerizo, CSsR
San Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible». María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel se retiró.
SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
Domingo 2 Adviento
8 diciembre 2024
Semana tras semana, cada domingo, la comunidad cristiana celebra el centro de su fe: Jesucristo, muerto y resucitado. Eso lo hace en la Eucaristía, Misterio de la Fe. Así, la fe es una experiencia de vida, algo que se vive y experimenta y no reducido a una ideología o doctrina. Por eso, la celebración dominical prevalece sobre cualquier otra. Sin embargo, por ser la Virgen Inmaculada Patrona de España, el Dicasterio para el Culto Divino aceptó la petición de los obispos españoles para celebrar conjuntamente el domingo segundo de adviento y la solemnidad de la Inmaculada. En consecuencia, se puede proclamar y reflexionar el pasaje evangélico de la Anunciación, que tampoco resulta extraño a la preparación de la próxima Navidad. El relato me permite considerar que en el diálogo de la Virgen con el Arcángel Gabriel hay una especie de proceso que tiene tres grados.
a) Alégrate, llena de gracia.
Es el primer paso. La visita del enviado de Dios sorprende a María y le descubre algo de Ella misma, que no sabía ni podía imaginar. Eso no es extraño a ningún proceso humano de crecimiento y maduración. Cualquiera vive en sí mismo el descubrimiento de su propia realidad, sus cualidades y, lo más valioso, su misterio. Cualquiera puede recordar personas que fueron como enviados de Dios, para ayudarles en el acceso a sí mismo. Y del mismo modo, cualquiera puede convertirse en enviado divino, para ayudar a quienes realizan en esfuerzo de su maduración. El Arcángel descubre a María que Dios actuó en Ella fuera del tiempo, antes de su concepción, para rescatarla del primer pecado y de sus consecuencias temporales. Solo Dios, que hizo el tiempo, lo sostiene y está fuera de él, puede hacer eso y, en previsión de aquello que ocurriría en el tiempo con la muerte del Señor, rescató a Santa María del pecado primero.
b) Para Dios no hay nada imposible
Este es el contenido que Gabriel revela a María. Por eso, no habrá de tener miedo y disponerse para dejar que el protagonismo de su vida sea del Señor. Desde este momento, la Virgen percibe en su mismo cuerpo y persona la presencia del Hijo de Dios. Poco a poco, el Señor es quien vive en María y Ella puede decir como San Pablo: “Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mi” (Gal 2, 20). Por tanto, la vida, el tiempo y el paso de los años, el espacio y los diversos lugares, las incidencias cotidianas hasta las más extraordinarias o dolorosas, las afronta Santa María como su Hijo y acepta la iniciativa de la voluntad de Dios, que se convierte en la suya. En consecuencia, podrá decirnos: “Haced lo que Él os diga” (Jn 2, 5).
c) Su reino no tendrá fin
Esta es la Promesa de Gabriel a María. Está en continuidad con todas las promesas de Dios a su Pueblo. Desde aquella primera del Génesis donde se anuncia cómo una mujer “aplastará la cabeza de la serpiente” (cf Gn 3, 5), hasta las reiteradas en toda la Historia de la Salvación. María conocía bien esas promesas hechas por Dios y esperaba su cumplimiento, porque Dios no se desdice. Todas sus expectativas se realizaron en su debilidad personal y a partir de ahora habrá de confiar en la última promesa: el Reino Eterno de Dios, que comienza con su Hijo. En consecuencia, confiada en la obra divina y dispuesta a colaborar en ella, se nombrará a sí misma como Esclava del Señor.
F. Tejerizo, CSsR
San Lucas 21, 25-28.34-36
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».
DOMINGO 1 ADVIENTO,C
1 diciembre 2024
Comenzamos un nuevo Año Litúrgico y con él la proclamación y reflexión del Evangelio según San Lucas. Precisamente, este pasaje prosigue, en un género apocalíptico y escatológico, la línea de los últimos textos proclamados en las semanas anteriores. Lucas tiene la intención de consolar a su comunidad cristiana, que sufre la persecución. Para ello, utiliza referencias bíblicas y símbolos conocidos por aquellos que están iniciados en la fe cristiana. Su enseñanza, no ha perdido actualidad. Hoy también hay cristianos que sufren la persecución y hasta el martirio.
a) Angustia en las gentes
Se trata de una situación actual que afecta no solo a quienes padecen las consecuencias de las recientes inundaciones en la Comunidad Valenciana y las guerras prolongadas en Ucrania o Tierra Santa. También existen otras desazones y ansiedades. Esa realidad suele afectar a la gente, pero no a los poderosos. Esos, generalmente, se encuentran muy unidos al poder y al dinero. A ellos se refiere el Evangelista como astros del cielo. Son fáciles de reconocer como ídolos falsos, horóscopos, adivinos, famosos de las revistas y gobernantes. A todos, se les anuncia su final. Se trata de un mensaje esperanzador para la primitiva comunidad cristiana perseguida. En consecuencia, las potencias del cielo serán sacudidas y el estruendo del mar será provocado por el retorcimiento del mal, del antiguo Leviatán condenado. La comunidad cristiana no ha de temer, porque con la derrota que se le anuncia, puede percatarse de su próxima liberación.
b) Tened cuidado de vosotros
Esa es la invitación de San Lucas para quienes forman su comunidad cristiana. También tiene actualidad, porque la dificultad del contexto cotidiano que se vive puede llevar a la evasión, la huida o a un autoengaño que niegue la realidad. Se trata de cuidar la propia fe y la vida de la comunidad cristiana a la que se pertenece y hasta del mundo. Esa recomendación tiene más fuerza al inicio de este Adviento, donde la situación post-cristiana de Europa prepara una fiesta de la Navidad cada vez menos cristiana y centrada en un esparcimiento que aleje de la rutina cotidiana y incline a la satisfacción de necesidades artificiales puestas al servicio del dinero y el consumo. Así, por ejemplo, se invita a realizar compras prematuras en un “viernes negro”, anticipar aquello que se podrá en el congelador hasta la cena navideña o a perfumarse con fragancias que hacen ser un chico o una chica mala. Tened cuidado y que no se embote el corazón.
c) Verán al Hijo del Hombre venir en una nube
Porque Dios no se impone por la fuerza de la evidencia. Él viene, no deja solos en la angustia y ansiedad, pero tampoco fuerza su aceptación. La Nube alude a la “Shekinah”, (cf Ex 40, 34-38) que cada tarde, al atardecer, desciende sobre la Tienda del Encuentro. Cuando esa Nube llena aquel Templo improvisado, el pueblo se encuentra con el Dios que le liberó de la esclavitud de Egipto y que les orienta sobre el momento adecuado para caminar por el desierto. Ahora, quienes celebran la Eucaristía, también pueden encontrarse con el Señor que nunca abandona en la adversidad. Él, sumamente respetuoso, no obliga y se acerca en la “nube” de un poco de pan y de vino. Su presencia es discreta y sorprendente, como lo hizo con San José y con la Virgen, para los cuales fue una aceptación y una oferta, no una imposición. También es una posibilidad abierta, que permite el rechazo y hostilidad de Herodes. La llamada renovada del Adviento pide estar en pie y no adormecidos, para no perderse la presencia del Salvador. Él, en cualquier momento, puede desconcertar y alterar hasta los planes mejor programados.
F. Tejerizo, CSsR