Evangelio

San Juan 11, 3-7.17.20.27.33b-45

 

En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro mandaron recado a Jesús, diciendo: «Señor, tu amigo está enfermo». Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella». Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba. Sólo entonces dice a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea». Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá». Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día». Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?» Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo». Jesús sollozó y, muy conmovido, preguntó: «¿Dónde lo habéis enterrado?» Le contestaron: «Señor, ven a verlo». Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!» Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?» Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa. Dice Jesús: «Quitad la losa». Marta, la hermana del muerto, le dice: «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días». Jesús le dice: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?» Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado». Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, ven afuera». El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar». Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

Comentario

DOMINGO 5 Cuaresma, A

26 marzo 2023

 

La quinta catequesis prebautismal, con el relato de la revivificación de Lázaro, dispone para adentrarse en las celebraciones pascuales. El don del Santo Bautismo comunica la vida nueva del Espíritu Santo, que hace vivir más allá de solo la realidad física y abre al horizonte de la posibilidad de la Resurrección y la Vida Eterna. Lázaro es el signo revivido de lo que será la Resurrección del Señor y del contenido de la fe expresado por Marta: «Sé que resucitará en la resurrección del último día».

 

Sin agotar el contenido del relato evangélico, el diálogo de Jesús y Marta permite encontrar dos referentes importantes para vivir la próxima celebración de la Pascua. Se trata de la oración y la confesión de la fe.

 

a) La oración

 

Marta sale al encuentro del Señor. Sorprende que lo haga. Algo en su interior la moviliza, para rezar sin preocuparle las apariencias y hacer al Señor un reproche que contiene una pregunta: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano». Es decir: ¿dónde estás, Señor? ¿Acaso te despreocupas de aquello que nos pasa? ¿Por qué parece que no estás? Resulta fácil identificarse con Marta…

 

Por otra parte, la pregunta de la hermana de Lázaro también hace ver su disponibilidad para aceptar a Jesús y su respuesta. Solo la oración dispone para permitir la fe o su recuperación. Al mismo tiempo, supone ofrecer y compartir con el Señor el dolor y el sin sentido de la vida.

 

b) La confesión de fe

 

Marta responde personalmente y diferenciándose de quienes la rodean, a la pregunta bautismal: «Sí, Señor: yo creo». Esa confesión expresa su respeto por la realidad corporal, del que no cabe prescindir, porque Lazaro y todo ser humano tiene esa identidad física. También su confianza en superar el propio dolor y la oscuridad de la vida y del mundo. Y, por último, la esperanza en poder seguir siempre adelante con la seguridad de la compañía del Señor Resucitado.

 

El Santo Bautismo de la Noche Santa de la Pascua hace revivir y resucitar. Así, Dios cumple sus promesas: «Pondré mi Espíritu en vosotros y viviréis».

F. Tejerizo, CSsR

San Mateo 1, 16.18-21.24a

 

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo, José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados. Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA

20 marzo 2023

 

La celebración anual de la Solemnidad de San José no es extraña a la dinámica cuaresmal. Todo lo contrario, su figura es insustituible en la Historia de la Salvación y hay dos aspectos claves en los que su intervención es una referencia imprescindible.

 

a) Relación de San José con el Señor Jesús: nombrarlo

 

Esteexto evangélico explicita esa relación: “Tú le pondrás por nombre Jesús”. En consecuencia, la importancia de José, como la de otros personajes bíblicos, se refiere a Jesús. Y con el Señor, él tiene una relación extraordinaria: es su padre. Ser padre del Hijo de Dios no es solo un título aleatorio. Hay que equipararlo con la misión encargada por Dios a la Virgen María, esposa de San José. El verdad que Ella es encargada de recibir en su interior al Verbo hecho hombre, pero ese privilegio no es menor que recibir el encargo de nombrar como humano al mismo Dios de Israel. En la cultura judía, el padre no es simplemente el progenitor, sino quien recibe al hijo y le da un nombre, una familia, una identidad, una cultura, una historia, una educación, una religión… Por consiguiente, José es realmente padre; no progenitor, pero sí padre del Señor, con todas las consecuencias de esa paternidad. En nuestro contexto cultural ha tomado mucha relevancia el tema de ser progenitor. Quizá hoy sea buen momento, para señalar que la paternidad es mucho más. Por otra parte, el Misterio de la Encarnación se realiza precisamente porque José está dispuesto a darle nombre humano al mismo Dios hecho hombre.

 

b) Relación de San José con la Virgen María: obra del Espíritu Santo

 

José confía totalmente en su esposa. El conocimiento que tiene y sus sentimientos por Ella, le abren al Misterio de aquello que solo Dios puede hacer. Su confianza y su amor por María son más fuertes que cualquier inquietud. Precisamente por eso, en sus sueños afloran no sus recelos, sino su valentía, para no dejarse derrotar por las sospechas. Son nuestros recelos los que le presentaron como un anciano y quienes supusieron que era imposible un matrimonio virginal. Para José, su matrimonio con María es una realidad permanente, que se arriesga a las dificultades, se deja sorprender y que busca la voluntad de Dios. Es, por tanto, un matrimonio abierto a los misterios de las personas y al misterio de Dios. Y la fuerza del Espirito Santo les asiste permanentemente. En consecuencia, la primacía del matrimonio de José y María es la colaboración y apertura a los Planes del Señor.

F. Tejerizo, CSsR

San Juan 9, 1.6-9.13-17.34-38

 

En aquel tiempo, al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento. Entonces escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)». Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ese el que se sentaba a pedir?». Unos decían: «El mismo». Otros decían: «No es él, pero se le parece». El respondía: «Soy yo». Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo». Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado». Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?». Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?». Él contestó: «Que es un profeta». Le replicaron: «Has nacido completamente empecatado ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?». Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?». Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?» Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es». Él dijo: «Creo, Señor». Y se postró ante él.

DOMINGO 4 Cuaresma,  A

19 marzo 2023

 

La curación del Ciego de Nacimiento es el símbolo de una nueva creación. Ese es el contenido de la cuarta catequesis prebautismal; la propia del cuarto domingo de Cuaresma. El Bautismo realiza progresivamente en cada bautizado una realidad nueva. Y la escena del Señor haciendo barro evoca aquella de Dios modelando al primer ser humano. Enviar al ciego a lavarse recuerda el baño bautismal, que comunica la Gracia del Espíritu Santo.

 

Cada bautizado resulta iluminado por la luz del Cirio Pascual y enciende de ella su propia llama. Por eso, el Apóstol Pablo puede escribir: «En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor» (Ef 5, 8). Se trata de una luz pequeña, frágil y que, aunque disipa la oscuridad, no se impone de modo deslumbrante. Quienes vivimos en este momento, y gracias a la electricidad, comprobamos que sus destellos hacen posible introducirse en la noche y  el cambio costumbres y hasta de conductas. Sin embargo, esa iluminación no sirve para alumbrar las propias tinieblas, sino para entretenerlas. Por el contrario, la luz débil de la Fe, de la Palabra de Dios y de la vida de la Iglesia, acompañan permanentemente y de manera respetuosa las oscuridades de cada uno. Así, progresivamente, es posible descubrirse y reconocerse a sí mismo hasta constatar aquello que el Señor realiza en la vida propia del bautizado, en su Iglesia y, por ella, Luz de la Gentes como la llamó el Concilio Vaticano II, en la historia de la humanidad.

 

La curación del ciego de nacimiento facilita descubrir tres posturas ante la luz de la fe.

 

a) Los fariseos, que en empeñan de asegurar que lo saben todo, que conocen a Moisés, que en el pasado nunca nadie abrió los ojos a un ciego de nacimiento y que no se harán discípulos de Jesús… Siempre hay alguien así: con respuestas científicas, técnicas, históricas… Pueden ser personas nostálgicas o progresistas. Hoy son muchos los que prefieren destellos luminosos, espectaculares, deslumbrantes, entretenidos…

 

b) Los interrogados de la familia del ciego y aquellos que le conocen. También son fácilmente reconocibles. Se trata de quienes evitan definirse e involucrarse personalmente, acaso asustados o preocupados por su imagen y por ser aceptados. Es algo que se logra con asegurar que no se sabe o que falta información, para mantenerse al margen y en las tinieblas.

 

c) Finalmente, el ciego curado, que con serenidad y mucha seguridad solo repite lo que ha vivido: yo era ciego y ahora veo. Jesús le hará la pregunta bautismal: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?» Y su respuesta, como la de quienes se bauticen o renueven su bautismo en la Noche Santa de la Pascua, será: «Creo, Señor».

 

F. Tejerizo, CSsR

San Juan 4, 5-42

 

En aquel tiempo, llegó Jesús a una ciudad de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo. Era hacia la hora sexta. Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber». Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» (porque los judíos no se tratan con los samaritanos). Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice “dame de beber”, le pedirías tú, y él te daría agua viva». La mujer le dice: «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?». Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna». La mujer le dice: «Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla. Veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén» Jesús le dice: «Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que lo adoren así. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y verdad.» La mujer le dice: «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo». Jesús le dice: «Soy yo, el que habla contigo.» En aquel pueblo muchos creyeron en él. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo».

DOMINGO 3 Cuaresma,  A

12 marzo 2023

 

El diálogo de Jesús con la mujer samaritana ha sido usado por la comunidad cristiana a lo largo de los siglos, para realizar la catequesis bautismal propia del tercer domingo de Cuaresma. El final del texto ofrece la referencia, para esta reflexión: «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo» (Jn 4, 42). En efecto, la fe bautismal reclama ese paso: no se cree por el testimonio de otros, ni por el acompañamiento de catequistas o padrinos, sino porque se ha descubierto personalmente que Jesús es el Salvador. Y quienes renueven su bautismo en la próxima Pascua lo harán precisamente por lo mismo.

 

La escena comienza con la oferta que hace Jesús a la mujer: «El agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna» (Jn 4, 13). Resulta fácil recordar aquella otra escena del libro del Genesis donde Dios, modelando un poco de barro, insufla al ser humano su aliento de vida (cf Gn 2, 7). Aquí, la realidad inconsistente y vulnerable de esta samaritana, también es modelada y vivificada por el Señor.

 

El agua que salta hasta la Vida Eterna es el agua que brota, no de la profundidad y del esfuerzo que supone extraerla del pozo de Jacob, sino del interior del costado traspasado del pecho del Señor Crucificado. Esa agua comunica el Don del Espíritu Santo, que se recibe en el Santo Bautismo y que desde el adentro de cada bautizado lo va modelando, conforme a los planes de Dios, hasta la Vida Eterna.

 

La mujer samaritana ofrece una referencia que tiene permanente actualidad. Ella es una mujer complicada, que vive una realidad compleja. Es emocionalmente confusa y religiosamente indiferente.

 

a) Mujer complicada y compleja

 

Tan compleja que, cuando Jesús le pide de beber, ella plantea un problema de convivencia y rivalidad social. Está cansada de su vida y relaciones. Acaso se sorprendió, igual que los Discípulos, de que Jesús le hablara, porque según aquella mentalidad: ¿merece la pena algo que pueda decir una mujer? Quizá, por ello, los Apósteles no se preocupan del contenido de la conversación. También sorprende que abandone el cántaro y que se atreva a comunicar a la gente que Jesús le había dicho todo lo que había hecho. Cualquiera puede identificarse con ella porque, ¿no vivimos también realidades complicadas?

 

b) Mujer confusa

 

Al menos en sus emociones: cinco hombres y un sexto, que no era su marido. Actualmente, también abunda la confusión sentimental, histórica, ideológica, política...

 

c) Mujer religiosamente indiferente

 

Su cuestión acerca del lugar en que se ha de rezar, en Jerusalén o en el Monte Garizín, recuerda las cuestiones inútiles que plantean tantos como hoy se reconocen creyentes no practicantes.

 

Esta triple situación de complejidad, confusión e indiferencia está muy extendida y existe a nuestro lado y en nuestras familias, amigos y conocidos

 

La Palabra del Señor y esta catequesis bautismal aporta tres preguntas bíblicas capaces de iluminar:

 

a) Para las situaciones complicadas: se recuerda aquella cuestión del pueblo de Israel en el desierto: «¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?» (Ex 17, 3).

 

b) Para hacer frente a las confusiones: «¿Está o no está el Señor en medio de nosotros (Ex 17, 7).

 

c) Para la indiferencia religiosa, la Samaritana plantea: «¿Será este el Mesías?» (Jn 4, 29).

 

La respuesta a estos tres interrogantes dispone para celebrar o actualizar el Santo Bautismo. «Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: No endurezcáis vuestro corazón».

F. Tejerizo, CSsR

San Mateo 17, 1-9

 

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo». Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis». Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».

DOMINGO 2 Cuaresma,  A

5 marzo 2023

 

El último versículo de este precioso texto aporta una clave de lectura imprescindible: “No contéis a nadie la visión…” En efecto, de eso se trata, de una visión. No estamos, pues, ante un acontecimiento histórico, sino de una “imagen que, de manera sobrenatural, se percibe por el sentido de la vista o por representación imaginativa” (cf Diccionario de la Real academia de la Lengua).

 

Esta visión, sin embargo, tiene una base histórica. Y el Evangelista también la ofrece: se trata de aquello que Pedro, Santiago y Juan vivieron junto al Señor en la noche del Jueves Santo y en el Huerto de Getsemaní. Aquel fue un lugar y un momento, que les dejó profundamente afectados: Tanto, que nunca lo podrán olvidar y que, después de vivir el hecho inesperado de la Resurrección, les permite verlo con una luz deslumbrante y capaz de hacer que el rostro ensangrentado del Señor, se cambie en un rostro resplandeciente y tan blanquísimo como el Pan de la Eucaristía.

 

En la vida de cualquier persona existen lugares y tiempos tan angustiosos como los vividos en Getsemaní. Cuando se recuerdan, pasados los años e iluminados por la Palabra de Jesús, se descubren como oportunidades de maduración, crecimiento y santificación: de transfiguración.

 

Realizar esa lectura de la vida reclama tomar distancia de los acontecimientos inmediatos: subir al Monte de los Olivos, o de las Bienaventuranzas, o del Carmelo, o del Calvario, o del Sinaí… o al nuestro. Eso supone un esfuerzo que puede alterar la rutina cotidiana y apartar de la mediocridad conformista, que está de mucha actualidad.

 

Como ha enseñado el Papa Francisco en su Mensaje para la presente Cuaresma, estos cuarenta días son una oportunidad para actualizar la fe, de modo que responda al lugar y tiempo en que se vive el presente. También es ocasión para superar la resistencia a la cruz. Cada uno tiene la suya, que atemoriza tanto como le asustó al Señor en Getsemaní. Quizá por eso, las palabras de Jesús a los discípulos que estaban caídos de bruces son: “Levantaos, no temáis”. Y, finalmente, la experiencia cuaresmal es una ayuda para comprender el Misterio de la Salvación. Algo que exige, como aconseja la voz que acompaña la nube luminosa, estar atentos a la Palabra de Jesús.

F. Tejerizo, CSsR

San Mateo 4, 1-11

 

En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo: « Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes». Pero él le contestó: «Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios"». Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: «Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras"». Jesús le dijo: «También está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios"». De nuevo el diablo lo llevó a una monte altísimo y le mostró los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras». Entonces le dijo Jesús: «Vete, Satanás, porque está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto"». Entonces lo dejó el diablo, y he aquí que se acercaron los ángeles y lo servían.

DOMINGO 1 Cuaresma,  A

26 febrero 2023

 

Una doble experiencia, recogida en los textos bíblicos de este primer domingo de Cuaresma, sirve de apoyo a la propuesta de conversión cuaresmal.

 

Por un lado, el Apóstol Pablo (cf Rm 5, 12-19) enseña que el pecado de uno afecta a todos y que la justificación de uno, lo mismo. En una realidad tan individualista como la contemporánea es muy importante señalar que el mal de una sola persona afecta a todos. Así, por ejemplo, ocurre en una familia, en una comunidad cristiana, entre compañeros de trabajo o estudio, en el Mundo... En efecto, la decisión de uno, provoca la guerra que tiene consecuencias para todos. Lo mismo sucede a la inversa, el bien de uno de los que integran una familia, una comunidad… tiene efecto beneficioso para todos. De este modo, las prácticas cuaresmales de algunos, también repercuten en el bien común.

 

La otra experiencia se encuentra tanto en el libro del Génesis (cf Gn 2. 7-9; 3, 1-7), como al inicio de este pasaje del Evangelio. En el Paraíso, Dios insufla su Aliento de Vida en los primeros seres humanos. Y Jesús, después de ser bautizado en el Jordán, es conducido por el Espíritu al desierto. Ese es el lugar en que Israel experimenta su debilidad e infidelidad al Dios que le liberó de la esclavitud de Egipto. El desierto, es lugar de la tentación. Pero, sorprendentemente, en el Paraíso, también ocurre la tentación. Acaso se trata de algo propio de la condición humana. Efectivamente, solo los seres humanos saben qué es la tentación y, en consecuencia, pueden elegir, tomar decisiones y diferenciar entre el bien y el mal.

 

La tres tentaciones de Jesús tienen  actualidad. Describen tres tipos de ateísmo,  agnosticismo o indiferentismo.

 

a) Ateísmo práctico

 

Es el reverso del creyente no practicante. Algo muy común y frecuente. Cuando no se pone en práctica la fe, se practica el ateísmo. Esa es la propuesta de la tentación a Jesús: deja de confiar en Dios y convierte las piedras en pan. Es decir, actúa, al margen de aquello querido por Dios.

 

b) Ateísmo teórico

 

Es fruto de la imaginación o de la manipulación de la información. Incluso conociendo mucho la Biblia, se puede sustituir la realidad de Dios, por aquello elaborado por las posibilidades humanas. Así, la tentación, puede llegar a usar los textos antiguos que presentaban al Mesías descendiendo sobre el Templo, para proponer aquello que es fantasía, ilusión, ideología… Se trata de negar a Dios, para suplirlo por una invención humana irreal o por una ideología o un espectáculo, que pueden ser atractivos o generadores de confusión.

 

c) Ateísmo por suplantación

 

La tentación promete dinero, poder, fama… También, progreso, ciencia, técnica, historia, filosofía… Y entonces, se prescinde de Dios, para colocar en su lugar y adorar a otras realidades, que ciertamente no pueden salvar.

 

F. Tejerizo, CSsR

San Mateo 6, 1-6.16-18

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará. Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».

MIÉRCOLES DE CENIZA

23 febrero 2023

 

El itinerario cuaresmal, que se inicia cada año con este pasaje del Evangelio, quiero referirlo a las tres prácticas tradicionales de la oración, la limosna y el ayuno; junto con la triple propuesta del proceso sinodal ofrecido por el Papa Francisco y que tiene estos tres elementos: comunión, participación y misión.

 

a) Comunión

 

Los humanos hemos sido reconocidos como un “organismo inteligente”. Y, precisamente por ello, somos capaces de adentrarnos en nuestro interior personal y dialogar. Esa cualidad hace que sea posible una triple comunión: con uno mismo, con quienes están al lado y con Dios. Este es el primer ejercicio cuaresmal: una oración, que solo es posible para “organismos inteligentes”, aptos para el encuentro consigo mismo, el diálogo con otros y la comunicación con Dios.

 

b) Participación

 

El encuentro hace posible implicarse en la vida de los demás. Eso lleva a la limosna, pues no se pueden ignorar las necesidades de quienes están al lado. Es una práctica cuaresmal, que no se reduce a dar dinero. La limosna también consiste en compartir el tiempo, en tener sensibilidad para intuir la situación de las víctimas, los pobres, los enfermos, los ancianos… Quienes vivimos la fe en Jesucristo también descubrimos la urgencia de participar, corresponsablemente y sin desentenderse, de la realidad de la propia comunidad cristiana. Esta implicación suscita la creatividad que busca soluciones, hace recuperarse de fracasos o errores y dispone a tender lazos y buscar la complementariedad.

 

c) Misión

 

La práctica del ayuno permite diferenciar aquello que es valioso de lo trivial. La cuaresma propone un ayuno que no es solo de comida, sino de eso que el Papa define como mentalidad mundana. Así, nuestra realidad reclama que los cristianos hagan presente en el día a día y en los diferentes contextos los valores del Evangelio. Eso supone una generosidad dispuesta para aceptar el esfuerzo y constatar que la recompensa puede retrasarse y, acaso, no recibirse.

F. Tejerizo, CSsR

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